18.6.23

La meditación: ¿una mente en blanco?

Uno de los obstáculos más frecuentes que nos encontramos al meditar es el barullo que hay en nuestras mentes, que parece incesante e imparable. Por otra parte, un tópico bastante extendido sobre la meditación es que consiste en dejar la mente en blanco, como si ese fuese el antídoto preciso para cancelar ese batiburrillo mental. Pero no se puede parar la actividad de la mente, ya que la mente es un sentido más, y su función natural es registrar estímulos.  

Copio a continuación un extracto del libro El cristal y la vía de la luz de Namkhai Norbu Rinpoché. Aunque habla específicamente del Dzogchen, que no es una vía para principiantes, sus indicaciones se pueden aplicar igualmente a las meditaciones de concentración (anapanasati) y contemplación (satipatthana) que practicamos en el Círculo:

Si quienes comienzan a practicar encuentran difícil lograr que el estado calmo dure más de algunos instantes, no debe preocuparse por ello: no deben desear que dicho estado continúe más tiempo ni temer su ausencia. (...) Si, aunque mantengamos (una cierta) presencia, nuestra mente no permanece en el estado calmo, sino que tiende a seguir las olas de los pensamientos que tienen como objeto acciones realizadas en el pasado o que deban realizarse en el futuro, o bien la mente se deja distraer por los objetos de los sentidos--por un sonido o una forma, por ejemplo--, en vez de intentar detener ese "movimiento", debemos reconocer la verdadera naturaleza de los pensamientos que se manifiestan. En efecto, jamás podremos detener el movimiento de los pensamientos, pues no se trata de algo concreto: por más que intentemos asir o detener el viento con muestras manos, no lo lograremos. Así pues, no debemos pensar que los pensamientos sean algo negativo que debamos abandonar, ni intentar detenerlos.

El maestro Shanjian Dashi también tenía algo que aportar en relación con este problema. En respuesta a una pregunta sobre cómo aplicar correctamente la energía en la práctica de la atención, contestó así:

Todavía aplicas demasiada energía de mente y cuerpo. Empieza con la idea de que no importa si tienes éxito o no; nada más siéntete contento de hacer lo correcto.

Bien. ¿Qué es lo correcto?

Cierra tus ojos y toca una nota simple en un piano u otro instrumento. Escucha sin examinar. ¿Cuánta energía has usado para escuchar? Poca. No necesitas más energía para la Recta Atención en ninguna cosa. Todos pierden energía al intentar crear una barrera alrededor de la atención. Eso no es necesario. Cuando oyes una nota, no importa si es en el autobús o en la calle, no necesitas defensas contra los otros sonidos; simplemente permites que los otros sonidos se queden como ruido de fondo.

Una vez captas cómo funciona todo es realmente fácil, pero cuesta, lo sé.

Este intento de crear una barrera alrededor de la atención, con la idea de que dentro haya silencio y el ruido se quede fuera, es un error. La atención humana selecciona naturalmente el estímulo más importante y lo coloca en primer plano; en psicología, a eso se le llama figura. El resto queda en segundo plano, como si fuese el paisaje de un retrato; en psicología, eso es el fondo. 

Y ese es el truco de la meditación: sin grandes esfuerzos, la atención relajada a la figura que elijamos (en el caso de la anapanasati, el tacto del aire al pasar por las fosas nasales) desplaza naturalmente a los demás estímulos presentes al fondo, donde pueden permanecer sin molestar ni interferir con la práctica. 

Nuestro sistema natural sabe hacerlo; pero como la mayoría lo hemos olvidado, hacemos esta práctica-- entre otras cosas, para recuperar la naturalidad.

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